Te cuento que el miércoles 1 de enero zarparé y comenzaré un viaje que durará un año.
Para conformar la tripulación, invitaré a navegar a las personas que tuve cerca durante 2019. Son las que me mandaron mensajes, las que me llamaron, las que me acompañaron, las que me escucharon con empatía, las que me abrazaron aún cuando yo no tenía nada para dar.
Son las que me permitieron conectar con su alma, perforando las barreras de la superficialidad cotidiana. Son con quienes compartimos proyectos, risas, bailes, larguísimas charlas, situaciones desopilantes, abrazos, navegaciones, y eternas noches de amor.
Como equipaje llevaremos solo los buenos recuerdos, las alegrías, las canciones que cantamos juntos, las lágrimas de emoción, y los lindos momentos que vivimos. Debido a que no hay mucho lugar en el barco, dejaremos en tierra nuestros desencuentros, los enojos y los reclamos que nos hicimos.
Iremos bien sueltos de ropa, comeremos sano y beberemos agua fresca.
También habrá una pipa y una botella de ron, para cuando la filosofía aparezca en la noche estrellada.
En los próximos doce meses estaremos abiertos a conocer nuevas personas, nuevos puertos, y a tener nuevas experiencias que marcarán nuestras vidas.
Durante la travesía buscaremos ser conscientes de cada acción, de cada momento que vivamos y de cada palabra que pronunciemos. Siempre daremos prioridad al bien común, sabiendo que todos estamos en el mismo barco.
Si tenemos éxito, al final de este viaje seremos un poco mejores porque habremos crecido en sensibilidad, conocimiento y amistad.
Feliz Año Nuevo no es un deseo
Es mi compromiso para el 2020
Querés navegarlo conmigo?
Héctor Chiviló