Héctor Chiviló
10 de oct de 20171 min.
Actualizado: 24 de sep de 2022
La mirada del artista, del público y del observador
Cada obra es la materialización del nivel de frecuencia vibratoria que el artista tiene en el momento de su ejecución.
En un sentido amplio podríamos decir que, cada obra es un autorretrato del artista.
Al ser expuesta al público, pasa algo curioso: sólo se detendrán a observarla aquellas personas que están en la misma frecuencia vibratoria con la que fue creada la obra. Es como una sintonía de radio, o un canal de TV.
Quienes están en la misma sintonía la ven, los otros no.
Cada persona percibe distintas sensaciones y proyecta sus propias interpretaciones. Esas sensaciones y proyecciones son constitutivas de su propio Ser.
La obra es un espejo en el que cada uno ve lo que es. En un sentido amplio, la obra es un autorretrato del observador.
Al contemplar la obra, que es el autorretrato del artista que la creó, el observador crea su propio autorretrato.
En definitiva, dos almas que vibran en la misma frecuencia.